Chico Portillo & Pan Caliente


Anoche, en la urdimbre se tejió una nueva vinculación a viejos lugares. Últimamente las desvinculaciones-vinculaciones son innumerables. Época de desbloqueos. Y es que la de anoche fue una noche de Árbol Rojo, Lobos y Luna. Hay que joderse que bien suena eso...

La última vez buena, porque la mala… se desvinculó…, Leo estaba como siempre por abajo. Leo es, como decirlo, todo un Galliard. Cuando te despides de él, te canta un pedazo de una vieja canción Inuit para que no olvides que lo importante es “vivir para ver el gran amanecer de cada día”. Contador de nuevas historias y antiguos caminos, espontáneo, inventivo, de sangre Fianna oscura, potente. Es un orgullo compartir la Pasión, independientemente de la fase menguante o creciente de cada uno, la Luna gibosa marcando el auspicio, la senda a seguir. Todo un tipo. Anoche no estaba, no se ya ni cuantos años hace, pero se le sentía por el local. Habría sido un buen reencuentro.

Anoche, en La Boca del Lobo disfrutamos de un pedazo de concierto de Chico Portillo & Pan Caliente. Ya va para veinte años de pisar tablas con su fusión de pop-rock, blues, samba, bolero, son y bosanova con una calidad increíble. No hay nada mejor que ir a un concierto y notar que quienes te ofrecen su música lo hacen con gusto, y Chico y los suyos (ver más fotos) la derrochan a borbotones. Que bueno es vincularse con grandes músicos que solo quieren hacer música, buena música, por encima de todo lo demás, sin enmascararse, a pecho descubierto, a un metro del público, donde solo los buenos, los que son sinceros, tienen agallas a meterse. Seguirles la pista, volverán… y allí estaremos.



Música, lobos, lunas y todo, absolutamente todo, lleno de azul… ¿que más se puede pedir?

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