Río Manzanares


El río Manzanares serpentea su camino a través de la ciudad, su agua cristalina reflejando los rascacielos de acero y vidrio que se alzan a su alrededor. Los puentes se extienden como hilos de plata sobre su superficie, conectando los barrios que flanquean sus riberas.

Los edificios se erigen como guardianes de la ciudad, sus ventanas iluminadas como ojos centelleantes en la oscuridad. El tráfico rugiente de la ciudad suena como el latido de un gigante mecánico, mientras las luces parpadeantes de los vehículos se reflejan en las aguas del río.

Pero entre el bullicio de la ciudad, el río Manzanares sigue siendo una presencia tranquila y constante. Los árboles y la vegetación crecen en sus orillas, ofreciendo un refugio verde en medio del cemento y el asfalto. Los paseantes caminan por sus senderos, disfrutando de la brisa fresca y el canto de los pájaros.

Es una danza de lo urbano y lo natural, un equilibrio entre el progreso y la belleza. El río Manzanares es una joya escondida en el corazón de Madrid, un oasis en medio de la metrópoli.

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